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MIS PROBLEMAS CON LAS MUJERES el blog definitivo para entender a los hombres

UNA MUJER EN TODA REGLA

Ayer vino a casa Nina, una chica que he conocido en un chat. Simpática, dicharachera, buena conservadora y con unos bonitos ojos celestes, a pesar de todas estas virtudes no acaba de despertarme lo que ella misma define como "la llamada de la selva". Sin embargo, con un montón de soledad en el cuerpo, acabé enredándome con ella entre los cojines de mi sofá, que, para colmo, es de color blanco. Ella es pequeñita, estrecha, y penetrarla se hizo complicado, más allá de un buen rato de besos y caricias que, por lo visto, no fueron suficientes para lubricarla en profundidad. Y a mí, que me encanta lamer coños de mujeres de las que estoy enamorado, no me llamaba acercar la boca al suyo.

Cuando por fin, centímetro a centímetro y con mucha calma, conseguimos meterla toda adentro y podemos empezar a movernos, se me ocurre a los dos minutos cambiar de postura, la hago ponerse a cuatro patas sobre el respaldo del sofá, una postura que me vuelve loco, y... sobreviene el desastre.

- Oye, que tienes la regla...

- Sí, pero estoy en el último día, ¿te he manchado?

- A mí, no mucho, pero ese cojín nunca volverá a ser el mismo

- ¡Ayyyyy, qué desastre!

Con los nervios, al levantarse de golpe, su vagina se acabó de vaciar sobre el sofá, la mesilla, la alfombra... Aquello parecia La masacre de Texas. Lo más gracioso fue cuando, de pie sobre el suelo, desnuda, empecé a ver cómo le bajaba un chorro rojo por la pantorrilla. El suelo quedó lleno de goterones. 

- No te muevas, que voy a por una toalla

Pero no hubo nada que hacer: ella, muerta de vergüenza, corrió hacia el baño y dejó un reguero de sangre a su paso.  Yo corrí detrás de ella, le alcancé un tampax y, mientras se duchaba, me dediqué a salvar lo que se pudo del desastre. Metí las fundas del sofá en la lavadora, pasé la fregona por toda la casa... En 15 minutos, pasé a convertirme en el Sr. Lobo de Pulp Fiction: un trabajo impecable de limpieza. Ni una gota de sangre en ningún sitio y la lavadora puesta a toda potencia.

Cuando Nina salió del baño, yo me moría de risa, más por los nervios que por diversión. Está claro que me había quedado sin polvo: ella no tenía ni la más lejana intención de volver a plantear el asunto. "¿por qué puñetas nos hemos puesto a follar?", me pregunta. "Si en realidad me caes bien, pero no estoy enamorada de ti".

 Pues haberlo dicho antes.

UNA ARGENTINA

La última ruptura me ha dejado en la ruina física y mental. Comienzo a levantarme del sofá después de un mes llorando como un gilipollas. ¿Qué pasa? ¿Que los hombre no lloran? ¡Ja! Lo que pasa es que somos tan burros que lo hacemos en casa, a solas y sin gritar ni expeler hipidos histéricos para no llamar la atención de los vecinos. Había días en los que lloraba fuerte, aunque afortunadamente mi vecina de rellano está de viaje casi siempre. Por si acaso, me tapaba la cara con un cojín hasta puntos cercanos a la asfixia, con lo que no terminaba de expeler toda la porquería atascada en el pecho y por la noche no dormía del dolor. Somatizo las putadas que me hacen, lo siento. Llamémoslo falta de afecto. Aunque, por otra parte, estoy acostumbradísimo y hago vida normal: antes me iba de vez en cuando al hospital a que me hicieran un eletrocardiograma para descartar lesiones de corazón. Hoy me doy perfecta cuenta de que todo se arregla con un par de pajas. No hay nada como hacer que la energía emocional descienda hacia lo sexual. Según el tantra yoga, la cuestión es hacerlo al revés: lograr que la energía sexual se convierta en emocional. Pero uno es así de raro y algo hay que hacer para evitar ahogarse en sus propias miserias.

La promotora de mi actual debacle ha sido Carola. Una argentina con un grado de neurosis alucinante. Su nivel de agresividad contra los hombres alcanza niveles pocas veces vistos desde que Salomé le hizo cortar la cabeza a Juan el Bautista.

 (continuará)

UNA INICIATIVA DESESPERADA

Comienzo esta bitácora con la intención de narrar mis experiencias sentimentales y sexuales pero, sobre todo, con el firme objetivo de desahogarme ante la impotencia que, como a tantos y tantas otras, me produce el neurótico estado de incomprensión entre hombres y mujeres a la hora de relacionarse. Resulta casi imposible formar pareja estable. ¿Será ese, por otra parte, el objetivo? ¿Qué hay de nuestra demostrada poligamia biológica? ¿Por qué demonios no nos entendemos?

 

En estas páginas pretendo dar algunas claves importantes sobre el comportamiento masculino a las mujeres. Quién sabe si así, de una vez por todas, comenzarán a entendernos. Al mismo tiempo, pretendo que esta bitácora sea un lugar de encuentro y comprensión para todos aquellos hombres que están hasta los cojones de pegársela una y otra vez contra una fortaleza inexpugnable llamada psicología femenina. A ver si también aprendemos algo.

Por el Señor X. 

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